lunes, 5 de diciembre de 2011

El futuro de los Ingenieros Industriales

Retomo con este post la actividad de nuestro blog, un tanto abandonado, que no olvidado, en los últimos tiempos.

Y lo hago con un artículo que leí hace algún tiempo en Cinco Días, con el mismo título, en el que se planteaba que nuestra profesión, como la práctica totalidad de las españolas, se encuentra confrontada con una difícil situación económica, en parte por el parón en todo el sector inmobiliario, que a todos ha afectado, pero también y sobre todo por la ceguera de nuestros gobernantes a la hora de buscar sectores de mayor generación de riqueza para nuestro país.

Nuestra profesión se ha caracterizado por tres notas principales: su competencia y prestigio, su atomización y su protección reguladora. La ingeniería española goza de un merecido prestigio internacional ganado por la continuada demostración de su capacidad y es sobre este prestigio sobre el que tenemos que apalancarnos para salir decididamente al exterior a ofrecer nuestros servicios.

La internacionalización no es sencilla. Para tener éxito en esta aventura hay que conocer nuestras fortalezas (aquello en lo que podemos ser competitivos a nivel mundial), centrarse inicialmente en uno o dos mercados, buscar socios locales adecuados y perseverar el tiempo suficiente en un empeño que no tiene un retorno inmediato. Los primeros frutos regulares del esfuerzo de salida al exterior no suelen venir hasta pasados dos o tres años del inicio de las actividades internacionales.
A la hora de escoger los países, hay que considerar primero si vamos a buscar países menos desarrollados que el nuestro (ofreciendo experiencia y tecnología en un mercado más económico) o si pretendemos introducirnos en mercados más desarrollados (la baza es la competitividad en costes).

Para conseguir una eficaz presencia exterior de las ingenierías debemos necesariamente crecer en tamaño, superando la atomización de las empresas y construyendo equipos más potentes a partir de las individualidades del sector, al objeto de cubrir una mayor gama de servicios, mejorar en productividad, acceder con mayor facilidad a las fuentes de financiación, etc.
 
Y, por último, debemos evolucionar desde una actividad fuertemente regulada a una mucho más liberalizada, siguiendo el modelo anglosajón que domina el sector en todo el mundo, bajo el "amparo" del nuevo Espacio Europeo de Educación Superior que ha hecho nacer en España multitud de títulos referidos a la ingeniería. Pasamos así de un sector reglamentado a un mundo donde contará mucho más la formación y la experiencia que la titulación concreta.