viernes, 11 de febrero de 2011

Los Ingenieros del 6 de Enero

Aunque sea con mucho retraso, merece la pena traer aquí un comentario al artículo publicado por Antonio Burgos con el mismo título.

Lo de «Los Ingenieros del 6 de Enero» no es una chirigota de los Carnavales de Cádiz, aunque el asunto es para tomárselo a chufla o, alternativamente, para hartarse de llorar y mentarle sus castas todas a las directivas sobre juguetes de la Unión Europea.

Los Ingenieros del 6 de Enero son los padres que, en la mañana de Reyes, comprendieron que éstos se quedaron cortos cuando avisaban de que se hicieran provisiones de pilas de todos los tamaños y que tuvieran prestos los destornilladores de estrella. Porque no hay nada más complicado que el desembalaje y montaje de los juguetes.

Y es que, entre las instrucciones de seguridad y sanidad para los juguetes, que no sé qué hacen para que sea tan difícil abrirlos y que lo del montaje, con instrucciones y todo, "se las trae con abalorios", la esperable felicidad de las criaturas torna pronto en llantina y casi en tragedia.

"Papá, ábreme esto". "Papá, esto no funciona" ... La mañana mágica de la Epifanía se ha convertido para los padres en un suplicio. Montar un sofá de Ikea está tirado al lado de lo difícil que es todo esto. Las cajas de los juguetes vienen cerradas con unas cinchas de plástico duro, duro, que uno se las ve y se las desea para cortarlas. Y dentro de la caja, una vez abierta, se encuentra el padrazo con el juguete amarrado con unos alambres que no hay cortafrío que los suelte. ¿Pero es que la muñeca se va a escapar, por mucho que ande sola? Si no tiene las pilas puestas, ¿cómo va a andar?

¿Y la odisea de las pilas? Acertar dónde está el sitio donde hay que colocarlas ya es de nota. Y los dichosos tornillitos. El destornillador de estrella que hay en la caja de herramientas que compramos por el teletienda siempre es grande: se necesita uno más fino, porque por este agujero no entra. Y una vez puestas las pilas, otra vez apretar los tornillos ... para comprobar que aquello no anda: pusimos mal la polaridad de las puñeteras pilas. ¿Por qué este interés en que los niños no puedan sacar las pilas de los juguetes? ¿Cuántos kilos de pilas y durante cuántas horas tiene que chupar un niño para que una pila le haga daño, joé?

¿Y las instrucciones? Vienen en francés, en inglés, en portugués, en alemán. Hasta en griego. ¡Lo difícil que es encontrar la versión en español! Que no sirve de nada, porque parece que están en chino: «Accione la pestaña A hasta ponerla en posición B y luego gire la perilla de control remoto sin oprimir la palanca de alineación».

¡Los muertos de los fabricantes! Hay que ser Ingeniero de la NASA para no dar un disgusto a las criaturas. Como que a los padres que consiguen que todos los juguetes de sus niños funcionen el mismo día de Reyes es para nombrarlos directamente consejeros de Industria de la Junta.